1.6.15

Unha tarde sen deberes

De como se deduce que levar unhas poucas tarefas evita ter problemas nunha tarde soleada de un mércores, comprobádeo, se ao final facemos favores!


¿Dónde está mi pelota?
Era una tarde de miércoles soleada, sin deberes,  ¡yupi! Habíamos quedado a las cinco en el Parque. Éramos seis y decidimos jugar un partido de fútbol.
 -¡Qué buena idea  has tenido de bajar la pelota!, –dijo Álex.
Jugamos tres contra tres. Yo pedí ser portero. 
El partido iba estupendamente. Estábamos ganando gracias a que soy un porterazo.

De repente todo se torció, la pelota salió disparada y se fue a caer en un patio. No era un patio cualquiera, pertenecía a un señor misterioso que nadie conocía y había un cartel y en el cartel ponía:



¡La habíamos liado! Como me importaba mucho mi pelota, ideamos un plan… Hacía falta que entrasen dos. Uno tendría que entretener al perro y el otro ir a por la pelota.
Nos tocó a David y a mí. Mientras David anestesiaba al perro con su calcetín yo buscaba la pelota por el patio, pero no la encontraba.
“¿Dónde está mi pelota?” –pensaba-. De pronto apareció el señor misterioso que resultó ser muy  majo, me dio la pelota y me dijo que la próxima vez  bastaba con tocar el timbre   en vez de ponernos a jugar a Misión imposible.

En esta historia no maltratamos a ningún animal, sólo lo dormimos.

TH END         
  Álvaro