De como se deduce que levar unhas poucas tarefas evita ter problemas nunha tarde soleada de un mércores, comprobádeo, se ao final facemos favores!
Era una tarde de miércoles
soleada, sin deberes,
¡yupi! Habíamos quedado a las cinco en
el Parque. Éramos seis y decidimos jugar un partido de fútbol.
-¡Qué buena idea has tenido de bajar la
pelota!, –dijo Álex.
Jugamos tres contra tres. Yo pedí ser portero.
El partido iba estupendamente. Estábamos ganando gracias a que soy un porterazo.
Jugamos tres contra tres. Yo pedí ser portero.
El partido iba estupendamente. Estábamos ganando gracias a que soy un porterazo.
De repente
todo se torció, la pelota salió disparada y se fue a caer en un patio. No era
un patio cualquiera, pertenecía a un señor misterioso que
nadie conocía y había un cartel y en el cartel ponía:
¡La habíamos
liado! Como me importaba mucho mi pelota, ideamos un plan… Hacía falta que
entrasen dos. Uno tendría que entretener al perro y el otro ir a por la pelota.
Nos tocó a
David y a mí. Mientras David anestesiaba al perro con su calcetín yo buscaba la pelota por el patio,
pero no la encontraba.
“¿Dónde está
mi pelota?” –pensaba-. De pronto apareció el señor misterioso que resultó ser muy
majo, me dio la pelota y me dijo que la próxima vez bastaba con tocar el timbre en vez de ponernos a jugar a Misión
imposible.
En esta historia no maltratamos a ningún
animal, sólo lo dormimos.
“THE END”
Álvaro