Érase una vez una cría de leopardo un poquito desobediente. Todo comenzó
una tarde de verano cuando el pequeño animal dormía con su madre la siesta
después de una comilona.
Mica se despertó, enseguida se desperezó y de repente ante
ella volaba un precioso juguetito, una mariposa.
Mica atraída por los colores de la preciosa mariposa saltaba
y jugaba detrás de ella, sin darse cuenta se había alejado mucho de su madre.
La diversión duró poco, una fuerte ventisca hizo desaparecer
a la mariposa.
Mica se quedó muy quieta, un escalofrío recorrió todo su
cuerpo, se dio cuenta de que estaba rodeada de leones, era su final, los leones iban a atacarla.
De repente apareció su madre, rastreando pudo llegar hasta
su hija. Cuántas veces le había dicho que no se alejara de ella.
Madre e hija estaban
asustadas pero unidas ante el macho alfa, el único que se adelantó para atacarlas.
Al ver el valor de las hembras se retiró dando por finalizada la pelea.
Mica se puso a llorar abrazando a su madre, repitiendo una y otra
vez:
-¡Nunca más volveré a desobedecer!
Madre e hija volvieron a casa.
Por Álvaro