23.10.06

Ana la superespía


> Por Ana Brandaríz Movilla


Ana la Superespía entró en el despacho del señor Pepe, su jefe.

Pepe le ordenó:
-Tienes que encontrar el caballo del Alcalde y descubrir quién lo ha robado.
Dijo la Superespía:
-Jefe, no se preocupe, déjelo en mis manos.
Pasaban días y días, pero el caballo no aprecía.
Cuando llegó a Francia, Ana descansó un poco porque estaba muy cansada.
Por un caminito a las afueras de París, estaba el caballo.A su lado, el hombre que lo había robado le estaba dando de comer.
La Superespía se escondió detrás de un árbol. Sigilosamente se acercó al hombre por detrás, cogió una cuerda y le ató las manos y los piés, después le preguntó:
-¿Has robado ese caballo?
-Si, confieso que lo he robado, pero lléveselo y no me haga daño, por favor.
La superespía cogió el caballo, se lo devolvió a su dueño y esperó a que le ordenaran una nueva misión.